Los datos demográficos actuales evidencian una población que tiende a envejecer y que requiere por una parte más ayuda, pero también el reconocimiento de sus necesidades específicas, fomentar su autonomía y la participación activa en la comunidad. El aumento de las demandas de esta población genera la necesidad creciente de formación de los profesionales del ámbito sociosanitario y educativo, pero también de los cuidadores no profesionales, que deben estar adecuadamente capacitados para atender a la población de personas mayores, estén o no en situación de dependencia. Se evidencia la importancia de la formación social, como de la cultura de los profesionales para integrar las distintas necesidades de este colectivo de ciudadanos en su actuar profesional. Como tema prioritario, la sociedad del siglo XXI debe prepararse para un cambio de enfoque y considerar el rediseño de los procesos de formación de las personas profesionales que trabajan en el campo gerontológico. La prosocialidad aplicada y la humanización del sistema asistencial en el contexto de la salud puede representar un marco eficiente que posibilite proyectos innovadores en el ámbito social, enfocados a las necesidades de las personas cuidadoras y beneficiarias. La prosocialidad puede ser una nueva forma de concebir la formación profesional y la cultura del envejecimiento, porque ofrece una visión más amplia de qué significa ayudar y propicia un espacio formativo adecuado para generar relaciones empáticas y simétricas de calidad y solidarias en las relaciones interpersonales entre personas cuidadoras y usuarias.
Más alla de la edad adulta: aprender a cuidar de una manera prosocial.
Lombardi, Grazia;
2021
Abstract
Los datos demográficos actuales evidencian una población que tiende a envejecer y que requiere por una parte más ayuda, pero también el reconocimiento de sus necesidades específicas, fomentar su autonomía y la participación activa en la comunidad. El aumento de las demandas de esta población genera la necesidad creciente de formación de los profesionales del ámbito sociosanitario y educativo, pero también de los cuidadores no profesionales, que deben estar adecuadamente capacitados para atender a la población de personas mayores, estén o no en situación de dependencia. Se evidencia la importancia de la formación social, como de la cultura de los profesionales para integrar las distintas necesidades de este colectivo de ciudadanos en su actuar profesional. Como tema prioritario, la sociedad del siglo XXI debe prepararse para un cambio de enfoque y considerar el rediseño de los procesos de formación de las personas profesionales que trabajan en el campo gerontológico. La prosocialidad aplicada y la humanización del sistema asistencial en el contexto de la salud puede representar un marco eficiente que posibilite proyectos innovadores en el ámbito social, enfocados a las necesidades de las personas cuidadoras y beneficiarias. La prosocialidad puede ser una nueva forma de concebir la formación profesional y la cultura del envejecimiento, porque ofrece una visión más amplia de qué significa ayudar y propicia un espacio formativo adecuado para generar relaciones empáticas y simétricas de calidad y solidarias en las relaciones interpersonales entre personas cuidadoras y usuarias.I documenti in IRIS sono protetti da copyright e tutti i diritti sono riservati, salvo diversa indicazione.